Cirujano y... poeta nostálgico de su pueblo

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No sé si el reloj es el culpable de que pase el tiempo, pero gracias a él, Felipe Serrano Lorente destila lo mejor de la nostagia.

En la revista Ossa nº 47 del pasado noviembre le dedicaba Javier Martínez una bonita introducción a unos pocos poemas del libro que ha escrito este cirujano nacido en Huesa, poeta primerizo aunque maduro, de gran modestia, agradecido de las atenciones que deparamos a sus hermosas reflexiones. Y este verano en que estamos, también se publicarán unos pocos de sus poemas en la revista El Hocino, de Blesa.

Y recordemos que recientemente, se publicaba en Diario de Teruel un curioso artículo donde mencionaban las lecturas que hacían de esta reciente obra literaria: "Uno de los municipios que sobresale en la actividad de los clubes de lectura es Muniesa. Cuenta con un club con 22 lectores y un grupo de lectores de personas mayores de la escuela de adultos con 20 integrantes, que también participan de tertulias literarias en la biblioteca municipal. En Muniesa se organizan encuentros, tertulias, paseos literarios en un club de lectores y de amigos que cumple también su décimo aniversario." Y se hacían eco del libro de poemas de un huesino, Felipe Serrano, "El lenguaje del alma", con cuyo autor realizaron recientemente una tertulia senderista. Fuente: Diario de Teruel

Y como la presentación de Javier Martínez es inmejorable, la reproducimos aquí:

Siempre que se publica un libro tenemos un motivo para alegrarnos, pero si el libro es de poesía y además está escrito por un huesino, entonces tenemos muchos más motivos para felicitarnos. Pues bien, el libro lleva por título “El lenguaje del alma” y, efectivamente, de eso se trata: de poner el alma en cada palabra, de afirmar la existencia con toda la energía del espíritu. Ese es el lenguaje que Felipe Serrano Lorente nos ofrece en su libro plagado de imágenes hechas palabra de gran belleza.

Dice Agustín García Calvo “Solo de lo perdido canta el hombre, solo de lo negado”. Con esta verdad profunda, Felipe Serrano construye, o mejor dicho reconstruye, su realidad personal con cientos de retazos de su vida. En un ejercicio machadiano que enlaza infancia y madurez por medio de la introspección y el recuerdo melancólico, con una fuerte carga existencialista. Sus poesías están mayoritariamente expuestas al sentimiento de pérdida, de una niñez que solo los recuerdos pueden paliar. Es la obligada tristeza la que le hace decir: “Efímeros al fin, al mundo por oriente nacemos como el sol, y apurado el día, como el sol venimos a poniente”.

El paisaje tiene un lugar prominente en la poesía del autor. Está llena de referencias al pueblo de sus ancestros, a un paisaje seco y duro que forma el fondo de una fotografía de la que el hombre casi ha desaparecido, llevado por trenes a lugares lejanos.

No en vano, la fotografía de portada muestra a un niño que mira el tren que pasa a lo lejos. No es el mar al que se dirige su mirada, es un paisaje abandonado, lleno de silencios y melancolía.

Advierte Felipe Serrano al futuro lector: “si decides leerme, hazlo sin prisa”. A modo del Dante, nos advierte de que quien quiera penetrar en este mundo tan personal e intransferible de sus versos, debe abandonar el prejuicio temporal y acompañar al autor en la reconstrucción de sus sentimientos y emociones, de su propio ser, del sentido de su existencia.