Bombardeados, aquí ayer, allí hoy

tuitear

De las calles de Ucrania a las calles de España

Huesa o Anadón, metralla guerra civil.

Recientemente, durante un bello día de mayo, en plena primavera, hablando en Huesa del Común con un huesino, me contaba dónde se encontraban las entradas a los refugios contra la aviación que horadaron los vecinos de este pueblo turolense en una montaña no muy cercana al casco urbano, a mitad de la última guerra civil. Esos refugios los hubieron de usar a mediados del invierno de 1938. En esa cueva ya no se ven los arañazos de los dedos, no hay en el ambiente sino polvo de recuerdos que pocos aciertan ya a vislumbrar.(1)

Reviviéndolo en el presente

Llevamos unas semanas reviviendo los bombardeos militares sobre civiles a través de los medios de comunicación de la Europa Occidental y Norteamérica. En el resto del mundo no tiene porqué ser así, aunque a menudo nos sintamos el ombligo del mundo. Este año 2022 las víctimas son los habitantes de Ucrania, un país del tamaño de España (1,2 veces España, con una población similar), y aunque tengan un nivel de vida unas ocho veces menor que nuestro país,(2) se les ha mostrado en las facetas que los hacían identificables con nosotros, para sentirlos más cercanos. Al margen de los intereses propagandísticos y guerra de bloques que siga habiendo detrás del sesgo de nuestras noticias (a veces tratando lo más superficial de un tema complejo y con claroscuros), lo cierto es que, el que sean bombardeadas sus casas, sus familias y las columnas de civiles que huyen del escenario de la guerra... sí los hace cercanos para los españoles que aún tienen algo de memoria.

Muy cercanos, sí. Seguramente porque fue en España donde la historia aérea de la guerra cambio su faz; porque fueron nuestras abuelas y abuelos las primeras víctimas del cambio de táctica bélica de los tiranos o aspirantes a autócratas. Los totalitarios de los años 30, como los de ahora, buscan influir de manera sustancial en la moral del bando contrario, no atacando y venciendo a las fuerzas armadas (que ordinariez), sino practicando el terrorismo sobre la población civil, transmitiendo una imagen clara de “hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir el poder”, “pisoteando vuestras vidas, civiles inocentes, sin distinguir a los nuestros de la de los vuestros”. Entonces, como ahora, ya te puedes hacer a la idea de que han pensado en ti y tu familia como víctima útil, y que antes como ahora la muerte llega desde miles de metros de altura, desde avión, desde dron o desde misil, fría, inesperada... Desde los años 30 lo maquinan así. Y eso ocurre pese a que se les cuelguen a estos calculadores asesinos italianos, nazis, nacionales o rusos, sambenitos televisivos como “crímenes contra la humanidad”. Un brindis al sol.

Si un bando en guerra (rusos, norteamericanos, iraquís, japoneses, franquistas, italianos y alemanes, por hacer brevísima enumeración)(3) ataca intencionadamente a los civiles, demuestran que la vida de los civiles inocentes de la retaguardia o que destruir parcial o totalmente sus pueblos o ciudades, no es que les sea moralmente indiferente, es que es un instrumento útil a sus fines. Denunciarles o apelar a la moral o a la religión o a la civilización como protesta es inútil para pararles, y votar en change.org ya es incluso ridículo.

Aquí empezó todo. Las grandes ciudades.

Acercándonos un poco más a lo que aquí ocurrió, de la guerra de España queda memoria cada vez más gruesa de “los bombardeos sobre Bilbao, Santander, Gijón, y Málaga en y comienzos de 1937 —en paralelo a los de Madrid—; los ataques sobre los civiles que huían por la carretera de Málaga a Almería en la conocida como «la Desbandá»;(4) los de Guernica en abril de 1937, convertidos en símbolo del sufrimiento de los inocentes; y los de Jaén, Durango, Valencia y Barcelona en .”

Testimonios de primera mano de lo que significó aquel terror quedan ya pocos, solo de los que a la sazón eran niños. De los que eran jóvenes o adultos, que ya murieron, si han quedado son memorias escritas y algunas grabaciones. Traemos a colación solo un par de los que transmiten las sensaciones y consecuencias, no datos asépticos.

Para hacerse una idea de lo que significaban los bombardeos sobre grandes ciudades como Madrid puede leer el primer relato de Manuel Chaves Nogales de su libro de “A sangre y fuego” titulado “¡Massacre massacre!” donde, al margen de la trama principal del relato, leemos anotaciones sobre los efectos sobre las personas.

«[…] si se está cerca, se sufre en las entrañas un tirón de descuaje como si le rebanasen a uno por dentro y le quisieren volcar fuera. El estómago, que se sube a la boca, y el tímpano, demasiado sensible para tan gran ruido, son los que más agudamente protestan. Mientras, el pajarito niquelado que ha puesto en medio del cielo su huevecillo brillante y fugaz como una centella, remonta el vuelo y pronto no es más que un punto perdido en la distancia.

Después, comienza el espectáculo de la tragedia. ¿Dónde ha caído la bomba? […] En el casco de la ciudad las bombas de los aviones hacen carne siempre. Cuando en una camilla lleva a una pobre muy despanzurrada o a un niño que ya no es más que un revoltijo de trapos y sangre, la muchedumbre de curiosos se siente estremecida por el horror. Cuando el que pasa exánime en las parihuelas es un varón adulto, el hecho, por esperado, parece naturalísimo y nadie se siente obligado a conmoverse. La capacidad de emoción, limitada, exige también economías. […]»

Si en lugar de una crónica escrita el lector prefiere una crónica visual sobre los bombardeos en grandes ciudades conocidas, el libro “Barcelona bombardejada”, es una recopilación de cientos de fotografías, planos, carteles y folletos relativos a los bombardeos que sufrieron los barceloneses (más los miles de personas del resto de España que allí estaban desplazados) entre febrero de 1937 y enero de 1939. Ahí puede ver el lector como quedó tras un bombardeo la “casa de la lactància”, “l’Escola del Mar”, “l’església de Sant Felip Neri”, cientos de calles e instalaciones. Pero en el fondo, en esas imágenes de bombardeos la protagonista no es la humanidad, no son personas concretas, es la ciudad, personificando un martirio sin dolor, de supervivientes tranquilos observando cráteres, calles y fachadas hundidas. No es un libro que cuente como marca a fuego para miles de personas la experiencia traumática de ser bombardeado, de perder a familiares y amigos. Apenas se ven algunas miradas… Pero a falta de un buen reportero que se saltase la censura de guerra, no han quedado retratadas, porque seguramente eran demasiado humanas y desmoralizantes.

Calle de la Barceloneta tras un bombardeo  (Barcelona). A.N.C.
Calle de la Barceloneta tras un bombardeo
(Barcelona). A.N.C. Generalitat de Catalunya. Fuente

Los bombardeos en pequeños pueblos

Por ello, por mucho más cercano a las personas y a los bombardeos, recomiendo conocer el testimonio directo de James Neugass (-), un poeta de treinta y dos años, que se incorporó en noviembre de 1937 al contingente de 2.500 jóvenes norteamericanos que vinieron a España a defender la República Española encuadrados en la Brigada Lincoln. Pacifista, vivió meses de guerra al volante de una ambulancia que hacía los trayectos entre el frente y los hospitales de la segunda línea, por lo cual no estaba exento de jugarse la vida en cada viaje. Llegó con idea de ayudar a personas y se encontró con una guerra donde no se respetaba NADA, se bombardeaban poblaciones y también a los hospitales de campaña, ambulancias... increíblemente. James serpenteó febrilmente por las tierras del Bajo Aragón durante los trágicos y gélidos meses de la batalla reñida en torno a Teruel (invierno de 1937-) y después de Teruel lo mandaron al norte de la provincia, nuestra zona, entre Segura (Teruel) y Lécera (Zaragoza).

James Neugass retrata magníficamente los bombardeos de Muniesa (Teruel) y menciona los del Santuario de la Virgen de la Aliaga, en Cortes. [pg 305-325]. Nos muestra lo que se siente ante la incertidumbre, ante impactos próximos, cuando las bombas dejan casas destruidas en Muniesa, como una junto al arco de la Virgen, con los restos de amigos chóferes bajo los escombros. Muniesa carecía de defensa antiaérea porque no la habían atacado nunca y porque solo tenía instalaciones del cuerpo médico.

Del bombardeo del por parte de los italianos malnacidos contaba: “Hemos acabado el trabajo sacando carne de entre las ruinas después de que los quince trimotores y los doce biplanos hubieran vuelto y vaciado sus ametralladoras y los capazos de granadas en un último golpe de gracia. Toda la carne se tiene que sacar de los escombros por el riesgo de epidemia.” “El siguiente trabajo era una anciana. Ha salido entera, con el pelo moreno de bruja lleno de polvo blanco de yeso y con la expresión de la cara congelada mientras la llevábamos al depósito de cadáveres ampliado del convento-hospital. Un agricultor y su mujer estaban de rodillas en el suelo de cemento, con las manos apretadas contra la boca y el mentón, mirando en silencio a un bebé que resultaba diminuto en medio de la enorme mancha de sangre de la camilla en que yacía. La niña se había asfixiado. Las manos del mayor B. pueden hacer muchas cosas, pero no reparar la muerte. Al recordar las primeras e inútiles instrucciones que le habían dado, la madre insuflaba aire una y otra vez en los labios de la que había sido su hija.” [pág. 313](9)

Durante la ofensiva en que se rompe el frente de Aragón (tras la batalla de Teruel y de Alfambra), estuvo Neugass con su columna del hospital de campaña:

- en Alcañiz tras el peor de los bombardeos “Algo grande tiene que estar en marcha. El pueblo ha sido víctima de tres o cuatro ataques desde Navidad, pero ésta ha sido la primeva vez que Franco ha dado realmente en clavo” [pg. 353] cuenta mientras llega tras un bombardeo donde hubo más de 500 muertos por la aviación fascista italiana. Aunque del frío bombardeo a Alcañiz que supuso una gran masacre entre la población civil local y de pueblos vecinos, es absolutamente imprescindible leer el libro de J.M. Maldonado de "Alcañiz/1938. El bombardeo olvidado", que desde la página 95 en adelante recopila los testimonios de los supervivientes, y son vívidos recuerdos de todos los niños que lo sufrieron, que vieron a compañeros muertos, familiares muertos, trozos de personas colgadas por los altos, mujeres ametralladas mientras lavaban en el río, niños que sufrieron heridas en carne propia, supieron lo que era ser operados sin anestesia pues hubo tantos heridos que todo se terminó en el hospital... Una investigación imprescindible para saber de la historia de la humanidad hecha decisión a decisión por los hombres.

Diario del poeta James Neugass como personal de sanidad en la inmediata retaguardia del frente en la guerra de España.

- en Híjar “bombardeada dos veces ese día y que espera otro bombardeo antes de la noche, y eso que casi toda la población de Híjar había votado a favor de los fascistas en las elecciones de 1936.” [pg. 353].

- en Belchite: “El pueblo estaba hecho trizas, totalmente destrozado, no quedaba ninguna casa entera en pie, había boquetes por todas partes, parecía como un pueblo de juguete pisoteado por un niño impaciente. Belchite había sido antes lo más parecido a un oasis, en este desierto que va creciendo poco a poco, contra cuyo horizonte se recortaban los pueblos despojados y las columnas erosionadas”. [pg. 354].

- en Lécera poco antes de su bombardeo: “; Lécera, alerta permanente. […] El pueblo está prácticamente intacto. Ayer, como advertencia lo ametralló un avión trimotor que volaba bajo. No hubo heridos ni daños de ningún tipo. Hay una imagen que todavía me hace sufrir y a la que nunca me habituaré: el espectáculo de unos padres corriendo hacia los campos con sus bebés en brazos, apresurándose, mirando atrás y rodeados de chiquillos de todas las edades brincando tras ellos. Lécera que todavía no ha visto acción, está tan abarrotado de civiles que en el cada alféizar asoman caras y brazos. La leña es tan escasa que la gente del pueblo ha estado desenterrando ataúdes del cementerio para quedarse con los tablones. […] Por el movimiento de sus aviones sabemos que algo va a suceder muy pronto. Supongo que no nos han bombardeado porque los aviadores alemanes se están disputando ese privilegio con los italianos” [pg. 354-355].

- en Urrea de Gaén: “No debe haber sido la primera vez que los habitantes del pueblo de Urrea de Gaén han visto pavas,(8) porque han abandonado sus casas en masa, con colchones y cazuelas, y ahora acampan en una especie de planicie árida, llena de grutas excavadas por el viento y el sol. Aviones grandes, pero bombas pequeñas. Material que tiran sólo para caldear el ambiente. Lo gordo todavía está por llegar. Mañana o pasado, según mis cálculos. Algo gordo está a punto de suceder cerca de aquí. Nunca he visto que bombardeen con tanta intensidad estando tan alejados de las líneas (situadas a 32 kilómetros de distancia). El hospital está excepcionalmente alejado de los soldados por la misma razón. Hemos tomado el sol, hemos cosido y también hablado de las veces que nos hemos salvado de milagro, del miedo que les tenemos y de las peculiaridades de los explosivos, hasta que han vuelto para hacer sus comprobaciones y nos hemos tenido que meter a rastras por el conducto, desde el que hemos calculado la distancia y peso de las explosiones. [pg. 357-358]

James Neugass describirá como fueron los ataques, bombardeo y defensa en la zona entre Lécera y Urrea en la ofensiva de marzo de 1938 cuando los nacionales rompieron el frente de Aragón. [pg 350-380 aprox]

Los sucesivos ataques a Lécera y los pueblos que había algo más hacia el Este serán repetidamente bombardeados y Neugass lo contará bien. Sufrían aquellos bombardeos familias de muchos pueblos próximos al frente que se hundía. El historiador Luis Antonio Palacio rescató el testimonio de una niña de la guerra, de Blesa, nacida en que estaba en Lécera ese día con otros niños y sus familias.

“Ese día llegamos a Lécera, y mi padre dijo: “Pues hay reses en el corral, voy a ver si puedo acercarme...” Pero echaron a bombardear y mira, mis padres, mi hermana y yo estábamos en la calle. Mis padres se metieron en la torre de la iglesia. Había mucha gente de Blesa. Y yo estaba en la calle con otra de Anadón que vivía en nuestro pueblo y éramos amigas. Era ya de día, sobre las once o por ahí. Estábamos ahí en la calle contando la aviación... ”Uno, dos, tres...” Hasta que... ¡Bouummm... ! ¡Cayó una bomba! Y cayó la bomba y a esa chica le dio algo de metralla y la mató al lado mío. De nombre se llamaba Contamina, de apellido no lo sé porque como era de Anadón... De edad tenía igual que yo”.(5)

A medida que has ido leyendo estos y otros muchos ataques que no hemos transcrito de Neugass, más este testimonio juvenil, te imaginas mejor a aquellos huesinos que corrían a refugiarse bajo roca más sólida que sus endebles casas, ves las caras de las madres con sus indefensas crías acorazadas en incansables brazos maternos.

Pero desde arriba, desde los 4000 m de altitud a que volaban aquellos bombarderos Fiat, o desde una cancillería en Berlín, Roma o Burgos, solo son piezas de una partida con que los uniformados de tres o cuatro países están jugando para dar jaque al gobierno republicano y probar sus nuevas armas y tácticas sobre población civil. A aquellas alturas de 1938 ya solo tienen frente a ellos a una república que ha perdido gran parte de su poder aéreo y al no ser apoyada por las cautelosas democracias occidentales, España ha perdido también su independencia.(6)

En Huesa les bombardearon el .

Tras el paso de sus pájaros negros dejaron abajo ocho cántaros rotos como muñecos disparatados. Hacían volver al barro a esas personas que del barro nacieron, que de la tierra sacaban los alimentos que luego comían aquellos obedientes pilotos cegados a la humanidad por la audacia de la juventud y del militarismo rampante. Asesinaron en Huesa a ocho personas, Juan Alcaine y María Burillo, matrimonio de 48 y 45 años; Elías Serrano y Joaquina Romance, matrimonio ambos de 60 años. Un militar convaleciente ingresado en el hospital local, del cual no se conserva su nombre. Y tres niños, hermanos, Valero, Silvestre y Pedro José Gracia Blasco, de 10, 7 y 2 años que estaban viviendo en Huesa evacuados desde su pueblo, Anadón.(7)

Refugio aéreo de la Garrituerta en Huesa del Común (Teruel).

Refugio aéreo de la Garrituerta en Huesa del Común (Teruel).

Refugio aéreo de la Garrituerta en Huesa del Común (Teruel).
Entrada casi soterrada al refugio antiaéreo de la Garrituerta en Huesa del Común.

La sabiduría..., sin testosterona por favor

Y como por encanto, se alínea con todo lo anterior el que al día siguiente una huesina mayor, Felisa Herrero, vio publicada y compartida con todos en la revista XL Semanal una reflexión sobre una vivencia de esas que quedaron grabadas a fuego. Y es que esta, como tantas mujeres nunca dejará de ser una niña de la guerra, alguien que la vivió a través de los ojos de la niñez, y que por ello destila cuando se conmueve por el dolor compartido con las madres en Ucrania, su sabiduría sencilla y persistente, lo que la eleva por encima de tantos hombres. Y contaba Felisa en su carta seleccionada y premiada que:

¿Hombres?

¿Cómo un hombre con tanto poder y saber puede cometer tantas barbaridades? Fui niña de la guerra, nací en , en el 36 tenía cinco años. Aún recuerdo el «cuerpo a tierra que viene la aviación». Cosas así casi olvidadas vienen a mi memoria cuando veo a esas madres con sus hijos en brazos. Yo de la mano de mi padre; mi madre, con un niño de pecho en brazos y corriendo a los refugios fuera del pueblo; las bombas nos caían tan cerca que nos llenaban de polvo y tierra. Conocía a madres que perdieron dos hijos; a otras con un hijo en el bando republicano y otra con los sublevados; hermanos contra hermanos, mujeres con pañuelos negros, hijas, esposas, madres.

Madres que nunca harían una guerra. A estos hombres que preparan las guerras los pondría en primera línea de fuego. Decía mi abuelo: «Si esto lo gobernara un hombre de conocimiento, no pasarían estas cosas».

Escribo esto a , Jueves Santo. «Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen».

Felisa Herrero Burillo

 Una familia del Pirineo, cuyos dos niños han sufrido la amputación se sendas piernas, por culpa de la maldita aviación legionaria.
En noviembre de 1937, un avión italiano lanzó sus bombas sobre Monzón (Huesca) y descargó la tragedia en la familia Gracia Bramala. La madre, Pilar, falleció y los niños, Alicia y Amadeo, perdieron una pierna. En esta foto cargada de desaliento, tomada por el fotógrafo holandés Roger-Viollet, los supervivientes de esta familia huyen; van camino del paso fronterizo de Col d'Ares. Fuente: ABC, de un libro recién editado: "Sangre en la frente. La Guerra Civil en color"

Conclusión

Aquellos bombardeos de la aviación italiana y nazi existieron, mataron a adultos y niños, a españoles civiles que no llegaron a los refugios, que se hubieron de guarecer a mitad de camino en donde pudieron, en el envés de una pared, al raso. Y hubo un régimen que se valió de este pecado de asesinar inocentes para aterrorizar y ganar. Y ocultó todo ello durante décadas. Sí, hubo muertos en hospitales bombardeados, civiles atacados en caminos, niños ametrallados en los pueblos...
Si cuando Volodímir Zelenski el pasado habló en el Congreso de los Diputados y señaló como un hito en la historia el símil de la guerra «declarada por Vladímir Putin» y lo equiparó al bombardeo de Guernica, es porque fue en la guerra de España cuando “el mundo entero” comprendió que la futura historia de las guerras promovidas por los totalitarios sería como la española.
Y la propaganda de guerra y la negación de los vergonzosos ataques también son similares; algunos herederos de los vencedores aún no han debido querer asumir la verdad histórica y se agarran a las mentiras de los Putin de turno de los años 30. Lamentablemente, Felisa, son hombres y saben lo que hacen.

Bibliografía

Notas

↑ 1.- Las coordenadas de este refugio antiaéreo son, latitud 41.0181777 norte, longitud -.9136090. Esta posición está en el propio camino de la Garrituerta (Huesa del Común, Teruel), y en lo alto de un talud de unos cinco metros, orientado al poniente, se puede acceder a las dos bocas que se adentran en la montaña. Las puertas están bastante soterradas, apenas quedan 40 cm sin cubrir. Muchas gracias a Ramón Burillo por enseñarnos su ubicación.

↑ 2.- https://www.datosmundial.com.

↑ 3.- Sí, los norteamericanos también: https://www.abc.es/historia/abci-innecesario-bombardeo-eeuu-contra-vietnam-para-asesinar-miles-civiles-guerra-perdida-202109030113_noticia.html

↑ 4.- Para saber más puede escuchar los documentales radiofónicos de RNE “Documentos”: “La desbandá de Málaga. Una masacre silenciada” (05/11/2021) RNE Documentos.

↑ 5.- Entrevista a niños de la guerra, por Luis Antonio Palacio: “Teresa Lomba Royo”. Trabajo inédito.

↑ 6.- Debido a la calculada política de no intervención en el conflicto, promovida por Gran Bretaña al comienzo de la guerra de España, las democracias no ayudaron al gobierno legítimo, mientras que los fascistas y nazis se saltaron descaradamente la política de "no intervención". Gran Bretaña y Francia querían ganar tiempo sin llegar a la guerra. De nada les sirvió el tiempo que ganaron, los nazis se hicieron más fuertes y expertos. En 1940 a Francia la vencieron en semanas. A Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial la salvó los EE.UU. Pero sin adelantarnos tanto, a causa de dicha política Occidental, para febrero de 1938 el gobierno de la República Española estará carcomido por el comunismo, porque la URSS de Stalin había sido el único apoyo efectivo que había tenido, al margen de unos pocos miles de voluntarios internacionales. Tal como nos avanzaba el periodista Manuel Chaves Nogales a pocos meses del comienzo de la guerra civil, en uno de sus agudos análisis (en el prólogo a sus nueve cuentos de “A sangre y fuego”), el resultado de la guerra ya era seguro, aun sin saber quien ganaría; que no devolverá la democracia a España.

Los militares de corte fascista habían abierto, para “salvar” a España, la compuerta al anarquismo y al comunismo, y está claro que ganase quien ganase, los que no volverían nunca a manejar las riendas ni los tiempos, serían los políticos moderados.

↑ 7.- PASTOR BURILLO, Cristóbal (2019) “Huesa bajo las bombas”. Pág. 27.

↑ 8.- Avión de guerra alemán, He46C-1, de reconocimiento, con capacidad para llevar una cámara y 200 Kg de bombas.

↑ 9.- No es el único testimonio del bombardeo de Muniesa por los Nacionales. También hay uno de segunda mano, en "Historia de Muniesa" de Manuel Guallar, páginas 80-81. Pero en esa crónica, aunque se menciona el bombardeo, el derrumbe de la cúpula de la ermitilla muniesina y la casa adyacente, se pasa bastante de soslayo sobre las víctimas forasteras y no hay mención a las locales, barbárea aérea que Neugass vivió de primera mano. Cada cual escribe con más corazón sobre las víctimas que siente cercanas, como es lógico. Guallar dedicará muchas más páginas a las víctimas inocentes y gratuitas de los anarquistas, que a las que produce el otro bando, como si unas fuesen inevitables frutos de la guerra y las otras no, sin reflexionar sobre que ni unas ni otras tendrían que haber ocurrido si los guardianes de la patria no hubiesen destruido el orden constitucional.

Agradecimientos

A Felisa Herrero, Ramón Burillo Plou, Luis Antonio Palacio Pilacés y Pedro Luis Arqued.