Los molinos sin trigo movidos por las mareas

Lejos de Aragón, en las bellas costas de Cantabria podemos encontrarnos unos curiosos molinos harineros que tienen características especiales y llamativas, comparados con los molinos aragoneses.

En primer lugar, estos molinos harineros que existieron y que aún podemos visitar en Arnuero (comarca de Trasmiera, en Cantabria), se levantan en una región montañosa, en pueblos donde no hay grandes llanuras cerealísticas, donde el trigo, debido a clima oceánico y la humedad no prospera.
Durante siglos se practicó una agricultura de subsistencia, y el déficit de la producción de trigo era estructural. Cultivaban además “un trigo muy primitivo, el trigo que empezó a cultivarse en Mesopotamia, la esprilla y la escanda, un trigo que tenía una espiga de muy pocos granos (dos o tres o cuatro granos de rentabilidad daba una espiga), es decir, muy poco productivo. Y luego, en verano se cultivaban los granos de la familia del mijo, el panizo, la borona... Hay testimonios del siglo XVI que nos dicen que el grano que producía esta tierra se consumía en un mes, todo lo demás había que importarlo”, –contaba el arqueólogo e historiador Casado Soto en un documental–, de Andalucía y de Francia por mar, o por tierra desde Castilla, mediante mulateros, que volvían del norte con pescado intercambiado por el cereal. Pero a partir de 1600 el panorama agrícola de Cantabria cambió radical y rapidísimamente: “se introduce el maíz para el consumo humano. Tiene tal éxito, por las condiciones de esta tierra, con laderas soleadas y con humedad que en muy pocos años, en 50 años, desterró todos los demás cultivos de grano, y además supuso la roturación de las laderas. Con una extensión de cultivo muchísimo mayor y la productividad de las panojas llenas de granos mucho más gordos que daban el maíz, diez años después de 1600 se está exportando maíz; barcos enteros salen del puerto de Santander cargados de maíz”.

Así pues, el molino que nos enseñan no es para trigo, sino para el cereal americano, el maíz. Los relieves tallados en las piedras para moler el grano, presentan en los molinos de Arnuero un picado con relieves radiales curvos y tampoco la profundidad de su relieve se parece al de las piedras de los molinos de harina que hemos visto por decenas Aragón, (y que tan buenos representantes conserva en Blesa), son relieves más profundos y están adaptadas a granos mayores que el trigo o la cebada.

muro de contención de la represa de la marisma para el molino de Santa Olaja (Cantabria). Foto. F.Javier Lozano

En segundo lugar, los pueblos cántabros próximos a la costa carecen de ríos con caudal o desniveles propicios para mover maquinaria, y para colmo, los vientos que movían molinos en La Mancha o en Aragón, no tenían fuerza o constancia por aquí. Los observadores de la naturaleza y maestros constructores vieron cual podía ser la fuerza que moviese unas muelas en las costas cántabras. La fuente de energía de estos molinos harineros no es un río, sino el cíclico y previsible movimiento de las mareas próximas a las costas. Esto es posible por ser mareas atlánticas (en el mar Mediterráneo las mareas no tienen suficiente desnivel, por ser un mar prácticamente cerrado geográficamente hablando, y en la mayoría de sus puertos una marea viva no levanta más de 20 a 30 cm).

No todas las mareas son igual de altas, pero el hecho de que dos veces al día el agua ascienda del mar por una ría de poquísimo desnivel, y que dos veces baje, les llevó a construir en las rías, o en este caso en el fondo de las marismas, unos largos, muy largos, muros de contención, con portezuelas batientes que solo se abrían en una dirección, de tal forma que conformaron una suerte de gran embalse. Estos embalses, delimitados al final, en lo más alto de la marisma por la línea de costa, y por la parte de abajo cerrados por un muro, se cargaban de agua cuando subía la marea. Y sin intervención del molinero se cerraban sus portones, por la presión del agua embalsada, cuando la marea bajaba. Sencillo.
El desnivel entre el agua embalsada y el rodete de cada muela no es mucho, unos tres metros, que es poco comparado con los más de quince metros de desnivel que tenemos en el molino medieval de la Cueva de Blesa, próximo al Hocino, pero la capacidad del embalse de la marisma es enorme, como para moler durante mucho tiempo antes de la siguiente pleamar. Mientras, los molinos con balsa dependen de la capacidad de la misma y el tiempo para que ésta se vacíe y llene de nuevo por su canal; y su acequia es compartida, a menudo, con los regantes de las vegas previas o posteriores al molino.

muela de harina de maíz, molino de Santa Olaja (Cantabria). Aún en funcionamiento como centro de interpretación. Foto. F.J.L.A.

Sobre estos muros de contención fabricaron los molinos de mar, ya a finales de la Edad Media, para moler aquellos trigos antiguos. Nos han contado que en ocasiones también molieron en estos molinos del Cantábrico trigo importado de otros lugares del interior. Pero aquellos clientes de Castilla duraron, hasta que instalaron allí molinos de viento eficientes, que hicieron innecesario traer el grano de Castilla para moler en Arnuero. Aun así, a los molinos de mar les esperaba aún su edad dorada, posterior y definitivamente, con el abundante maíz.
El molino de Santa Olaja que nos enseñan en Arnuero, data de 1702, construido sobre la base de otro previo (del cual se aprovecharon hasta las piedras).
Fue un molino de muchas muelas, nueve levantadas en batería (según delatan sus tajamares en el muro, que hace las veces de cárcavo), número que sería la envidia de muchos de los agricultores y molineros cerealísticos del interior de España.

Sus muelas, de piedra calcárea del país, eran movidas por un árbol vertical ligado a un rodete horizontal, por lo que el mecanismo del molino no difiere, a partir de esas características enunciadas antes, de cualquiera de los molinos harineros fluviales conservados en la localidad turolense de Blesa.

Tajamares de acceso al cárcavo del molino de Santa Olaja (Cantabria) Tuvo nueve muelas

Pero su vocabulario sobre los mecanismos del molino difiere en parte del conservado en Aragón:

  • el guardapolvos es llamado guardapolvos, pero sobre todo, “burro”;
  • el mecanismo para la vibración del grano: tembladera;
  • la medida de harina: el celemín (14,800 y pico kilogramos, medida de valor distinto, según cada la zona);
  • la cantidad molturada para el molinero, la “tercia” usada como maquila (que no tiene que ver con ser un tercio de lo molido, sino que era equivalente a un kilo);
  • a la botana (por donde desagua el agua sobre el rodete horizontal) la llaman saete o saetillo, y al asa para abrir y cerrar el paso al agua, el “tirante”
  • a la cabria o grúa cimbra,
  • a la caja donde cae la harina, harnero

Pequeñas diferencias idiomáticas que atestiguan la atomización del vocabulario en los siglos en que las diferentes partes de España estaban demasiado distantes como para unificar los vocablos.

Otro aspecto que cambia entre estos molinos y los de Blesa o Huesa afecta al molinero, pues un molinero del secano aragonés embalsa agua de un río con fuertes estiajes, y cuando tiene la balsa llena muele una “balsada”. En cambio, un molinero de Arnuero, solo disfruta del necesario desnivel de agua durante la marea baja, pues durante la alta no puede moler porque todos los mecanismos de movimiento, situados bajo las muelas, se inundan. Durante las mareas bajas casi siempre tendrá agua (no siempre al nivel máximo), pero el ciclo de las mareas, ligado al de la luna, no es de 24 horas sino de 24 horas y 50,5 minutos aproximadamente, por lo que las mareas se van desplazando diariamente, y su ritmo de trabajo y sueño se tenía que ajustar continuamente.

Y otro aspecto que cambia para el molinero respecto a los molinos del secano aragonés, es el mantenimiento de su molino y compuertas, pues toda la parte baja del molino y las compuertas del muro conviven con agua salada y plantas que pueden crecer, y otras sin tallo ni raíz que pueden ir y venir y afectar a sus mecanismos.

El final de la utilidad de estos molinos llegó con la industrialización y tras su lento declinar su último molinero, José Sanemeterio, lo cerró en 1953. En las décadas posteriores, aunque lo usaron en alguna ocasión para moliendas sueltas, el edificio hoy musealizado se llegó a arruinar.

Centro de interpretación molino de Santa Olaja (Cantabria)

El patronato de turismo Arnuero y el Ministerio de Medio Ambiente consolidó este magnífico molino allá por el 2002 recuperando un patrimonio antiguo y dándonos a conocer estos artefactos, vitales para nuestra vida durante siglos.
Una excelente restauración del arquitecto Luis Azurmendi, consiguió levantar el edificio, mostrar una muela andante, y haciendo parte del suelo de vidrio permite al visitante contemplar el mecanismo completo que hay bajo la muela, simultáneamente.
Lo han recreado con mucho gusto, tanto la estancia de trabajo, el minúsculo hogar donde cocinaban, utensilios, cestos, herramientas…
Un breve, bonito e instructivo vídeo final redondea las explicaciones, disfrutando todo ello junto a las marismas de Joyel, Santoña y Victoria.

Posible ruina de otro de los molinos harineros de mar en Arnuero (Cantabria)

Los siete molinos de mar que existieron en estas marismas, junto a los cuatro que existieron en la ría de los Castellanos (que enmarca la lengua de tierra de Arnuero por el Oeste), constituye la mayor concentración de estos ingenios harineros marinos de Europa.

LUGARES A VISITAR
El molino de mar de Santa Olaja puede visitarse en una didáctica y estupenda visita concertada, en un entorno natural tranquilo y bastante idílico, próximo al mar. Además nos contarán interesantes datos sobre: la propiedad del molino a lo largo de la historia, las medidas legales tomadas sobre la iluminación de los molinos y la presencia de mujeres en el mismo, para evitar las suspicacias de la población respecto a los encuentros entre clientes femeninas y el molinero, luces en la puerta del molino… muchas curiosidades.

Y complementaria a la visita del molino de Santa Olaja es la cercana Casa de las Mareas (en Soano, del municipio de Arnuero, en la carretera CA-450), donde te ilustrarán sobre todo lo relativo a las mareas, que son el original motor de estas muelas, como complejo fenómeno natural (incluyendo los conceptos de mareas vivas y muertas, la órbita de la Luna, influencia del Sol), y la fauna asociada a las marismas. Está este centro de interpretación situado en otro bonito rincón de la marisma, rodeada la antigua casa de un bello entorno natural y animal, al que se llega por camino entre arbustos y marismas, apto para paseantes y ciclistas.

Observando el cárcavo y el rodete

Gracias
A las magníficas guías turísticas del ecoparque de esta localidad (en especial a las dos Cristinas), que transmiten con pasión lo que Arnuero conserva con cuidado de su naturaleza y patrimonio.

Fuentes

Para saber más

  • “Molinos de mar y estuarios” varios autores; Simón Marchán Fiz (coord.) Litoral Atlántico (2005). [+artículos]
  • Web http://www.molinosdemarea.com [+detalles]
  • Web http://www.tajamarasociacion.com [+detalles]
  • Web https://arquitecturalibros.blogspot.com [+detalles]

Panorámica de la marisma, con marea baja, y al fondo el muro y el molino de Santa Olaja. Foto FJLA

F.J.L.A. agosto 2020

Localización

Marisma de Joyel s/n. Arnuero (comarca Trasmiera, Cantabria, España)

Como acceder

Por carretera entre Isla y Castillo (localidades del municipio de Arnuero), la CA-449, a pocos kilómetros de la autopista A-8. Además, existe un carril para ciclistas y paseantes desde las localidades próximas.

Dificultad

Nula. Hay bellos senderos que llevan desde los pueblos cercanos hasta ambos centros de interpretación.

Distancia

2 Km. aprox. desde Isla (playa)

Desnivel

Nulo.

Relieve de una muela de molino, para maíz, con distintos relieves a la de trigo. Foto. F.Javier Lozano

Observando el cárcavo y rodete desde el interior del molino de Santa Olaja (Cantabria). Foto. F.Javier Lozano

Indice de rutas