Fiestas, bandas y música (1927)

3 de agosto de 1927

El Noticiero

En esta ocasión podremos leer una crónica de las sencillas fiestas patronales de Blesa, pero con bastantes detalles respecto a los bailes y música.

El Noticiero

Blesa

Fiesta. Felizmente han terminado las celebradas por este pueblo en honor de su patrona Santa Ana, habiendo revestido en el presente año más brillantez que en otros anteriores, debido a que, para amenización de las mismas, en vista de la realidad de una buena cosecha, ha sido traída una banda de música, lujo al que no estamos acostumbrados por estas latitudes.

Los músicos de Blesa en el año 1958Dieron comienzo los festejos a las doce del día veinticinco, festividad de Santiago, con el repique y volteo general de campanas, al mismo tiempo que la notable banda de Belchite, dignamente dirigida por don Valentín Sanz, recorría las calles dejando oír los alegre acordes de un bonito y castizo pasodoble. Por la tarde y noche de este mismo día hubo bailes en la plaza Nueva, interpretando la música escogidos y modernos bailables.

Al amanecer del día 26 tocó la banda la diana de rigor, y a las diez, con asistencia del Ayuntamiento, presidido por el alcalde don Felipe Bartolo, hubo en la parroquia misa solemne celebrada por nuestro querido párroco don Melitón Beltrán, ayudado por don Aurelio Vaquero, de Plenas, y don Narciso Cuevas de Huesa del Común, pronunciando elocuente sermón don Raimundo Marco, párroco de Alacón. La banda interpretó al ofertorio la bonita pieza titulada "Sonrisa andaluza" y también cantó la misa con buen gusto y afinación.

Al final de la misa, procesión por las calles principales a la cual asistió, además de los sacerdotes antes nombrados, don David Aznar, regente de Monforte; luego hubo refresco en el Ayuntamiento.

Por la tarde, después de vísperas, según costumbre tradicional, se celebraron varias corridas, siendo la principal la de los mozos, en la cual resultaron vencedores por este orden: Florencio Mercadal, José Mercadal y Agustín Martín, los tres de este pueblo; el de la primera la ganó también en la carrera de entalegados.

Una banda de los años 40. A continuación de las corridas y por la noche, repetición de las sesiones de baile.

El día 27 puede decirse que estuvo todo él dedicado a rendir culto a Terpsicore, puesto que la mañana, tarde y noche no hizo otra cosa la música que satisfacer cumplidamente los deseos de los amantes de la danza. Es de admirar el orden, compostura y respeto guardados aquí por todos durante las fiestas, no dando lugar a incidente alguno desagradable, lo cual dice mucho en honor de las autoridades que han acreditado sus excelentes disposiciones y vigilancia y no menos habla en favor de la educación, rectitud, cordura y sensatez de este vecindario.

Agrícolas. Terminada la siega, han dado principio el acarreo y trilla, esperándose buen rendimiento.

Las viñas presentan inmejorable aspecto, con fruto abundante que si llega a perfección colmará satisfactoriamente los desvelos y sufrimientos habidos por los labradores durante todo un año de trabajos y fatigas. Bien merecido lo tienen estos modestos soldados que forman en la vanguardia de la economía nacional.

Las fiestas comenzaban en aquellas décadas al medio día del 25 de julio, fiesta de Santiago, pues entonces se respetaban los días, cayese en lo que cayese. Los blesinos trabajarían ese día por la mañana y luego disfrutarían de los actos religiosos, bailes y pruebas deportivas. Los pastores tenían pocos días de fiesta al año (porque los animales comen todos los días), y esta fiesta mayor de Santa Ana era uno.

Las grandes constantes en las pruebas deportivas de demostración de vitalidad y fuerza de los blesinos eran las carreras, pedestres o de entalegados, son las que más se repiten en los distintos años de los que se conserva alguna crónica.

Pero independiente de lo que nos parezca a nosotros, quien envió la noticia al diario ya recalcó cual fue la gran novedad de las fiestas de 1927: el llevar una banda al pueblo.

No figura en esta ocasión quien era el autor de esta crónica. Quizá fuese Evaristo Lou, que escribió las posteriores noticias para este periódico católico, aunque años más tarde ya mandaría sus escritos al Heraldo.

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